Bohèmic, 'au revoir' // Mandu hace las maletas










Francesc Gimeno Manduley, Mandu, echa el cerrojo a Bohèmic y se larga a Tailandia, con parada en Alemania.

Se lo dijo a la periodista Belén Parra y me lo contó la noche del jueves: «Estoy muy quemado».

Triste, desilusionado, harto.

Piensa que lo aprecian más fuera que en su ciudad, en su barrio. En una crónica del 2013 (El bistronómic que se cree bistrot) ya hablaba de marcha: el destino, entonces, era París. La mujer lo convenció para quedarse y tener el primer hijo. El chaval ha cumplido seis meses y es hora de cargar la maleta con los pañales.

Admite Mandu que parte de los problemas los azufra su carácter: «Digo lo que pienso y por eso no gusta. Lo que opinan de mí: ‘Este chico es un poco complicado’».

Barcelona pierde con la marcha, que sucederá en diciembre. Bohèmic, con aire parisino, era un lugar de alto voltaje gurmet.

Se dio a conocer con unas bravas ahumadas (antes de la venenosa moda) y evolucionó hasta una cocina atrevida y con temperamento: gambas thai con aceite picante, almejas a la brasa con hinojo o bonito con  tuétano.

Estuvo casi siempre solo, defendiendo, defendiéndose. Ha enfundado el cuchillo.



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