Fumar un bratwurst










El informe de la OMS sobre «la carcinogenicidad de la carne roja y la carne procesada» ha dado risa. Los chistosos comparten en las redes sociales tiras de beicon y chorizos goteantes.

Tendríamos que tomárnoslo en serio, aunque sin la agonía del que morirá mañana. Eso no va a suceder, al menos, no por el entrecot de la noche.

He leído «las preguntas y respuestas» y las dudas crecen. Ignoran si hay «un nivel seguro» de consumo y no «comprenden completamente cómo se incrementa el riesgo de cáncer por la carne roja o la carne procesada».

Sobre el conejo no dicen nada y hay una sola línea para el pollo y el pescado: «Los riesgos de cáncer asociados por el consumo de aves de corral y el pescado no han sido evaluados». Lo deben de dejar para el próximo susto.

Ni una palabra para los aditivos, ese abuso de la industria con el objetivo de hacer apetitoso lo incomible. Hay embutidos con más conservantes que la momia de Tutankamón. ¿Cómo actúan las dosis masivas de aditivos –y su acumulación– en nuestros cuerpos? No se pronuncia la OMS. ¿Por qué?

Nunca como ahora se había asociado el bratwurst con fumar un habano.





Comentarios

  1. Esto, amigo Pau, como dicen en nuestra tierra, y creo que en la Media también, es la BUFALAGAMBA, ahora y siempre, para todo, "tanto pagas tanto vales". Infumable, vamos. Un cordial saludo!

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  2. La clave: cómo se alimenta a los animales y cómo se adultera su carne.

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  3. Eso es cierto, pero, cuán creíbles son las proclamas de la OMS?, A quien o a qué sirven?

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  4. Actúan de buena fe, pero dejando demasiados cabos sueltos.

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