Espabilen, vinófilos




En una hamburguesería de autor con cervezas artesanas –lo más–, al entregar las cartas señalaron qué barriles habían pinchado. Ya todo es pinchar en el mundo gaseoso y barbudo: barriles o vinilos.

Los cerveceros espumean mientras que los bodegueros ven las botas ahogadas, repletas de excedentes. Los vinófilos se preguntan cómo llegar a los millennials, que prefieren el botellín a la botella. Y es que los cerveceros molones lo han hecho bien ligando el producto a una contracultura con pasta.

Ofrecen cantidad, variedad y singularidad. Establecimientos con 30 tiradores. ¿Cuántos bares de vinos compiten con una oferta semejante?

Las pizarras en las que se escriben los vinos a copas son más cortas que una carta de despido.

Los restauradores dicen con hipocresía que abren muchas botellas, aunque lo que ponen en circulación son tintos baratos que dejan grandes márgenes.

Que espíen las estrategias cerveceras, que busquen buenos métodos de conservación y que descorchen con generosidad y riesgo, buscando vinos con alma.

Quieren nuevos consumidores pero para eso tendrán que dejar de cobrar la media copa a precio de media botella.




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