Restaurante Hofmann Bistrot // Barcelona
[Este restaurante ha cerrado]
Hofmann Bistrot
Passeig de Sant Joan, 36. Barcelona.
T: 93.246.43.83 .
Precio medio (sin vino): 30 €.
Granja Hofmann
La multiplicidad de
los cocineros y sus negocios: 2016 aún gatea y los chefs con pedigrí se abren
en abanico.
Josep Maria Kao, con sus hijas Meilan y Nayan, se enrolla con los dim sum de Mr Kao en el Hotel Claris;
Hideki Matsuhisa mueve los palillos en la taberna japonesa Majide en la calle de
Tallers y Mey Hofmann, con su hija Silvia, toca la batería y las cazuelas en Hofmann
Bistrot en el renacido paseo de Sant Joan.
Profesionales que conforman grupos
aún regidos por lo artesano.
“Empleo a 70
personas”, cuenta Mey, que plantó la semilla de la escuela Arnadí, luego
Hofmann y su restaurante con estrella, a los que ha sumado pastelería, taberna
y otros espacios.
En el Hofmann de la calle de la Granada del Penedès, el
gastronómico, ha renunciado a un reservado para abril el Racó, cristalera y
taburetes, donde se papea a precio amable. La matrioska, dos locales en uno.
Hofmann Bistrot
también juega a la matrioska: arriba, la casa de comidas y, en la planta de la
calle, el tapeo, los desayunos y las meriendas (con la terraza en las aceras king size del paseo), del alabado
cruasán al huevo a baja temperatura con patatas y sobrasada. Apunto el bocata
de calamares y el pepito de ternera para algún mediodía con prisas.
Esto fue la Granja
Lido (ojalá lo hubiera llamado Granja Hofmann), propiedad de Mireia Farràs, que
fue alumna de Mey. Mireia quería traspasar el negocio, en manos de su familia
desde el incendiario 1939, y fue en busca de la maestra.
La cocinera se animó,
espoleada por la acogida de la taberna, y pensó con el equipo una carta de raíz
popular.
Señalo a Mey la oportunidad de ofrecer platos históricos, aquellos que
construyó frente a Santa Maria del Mar, donde abrió el primer restaurante y
donde siguen dando clases. Recetas con fecha para ilusionar a los clientes,
sabedores de que comerán memoria urbana.
La croqueta de rustido
es superior, así como el pan de aceite con romero (sí, Mey, abre por fin ese
horno para luchar contra la lepra del congelado).
Bien por los calamares a la
andaluza con mayonesa de bergamota (en simpático tubo), algo faltos de
crujiente, y averiados los buñuelos de morcilla.
Lo demás, de zapateado
y aplauso: canelón de pato con el toque dulce y amargo del Amaretto, el arroz
de sepia y cigalas (para el cuadro de honor), el bacalao con guisantes y pilpil
(perfecto) y el cap-i-pota con
garbanzos (con picante resucitador). Unas copas de Orto del Montsant para
remojar el condumio.
Marcharse sin dulce es
pecado. Obritas maestras del obrador. Juego y trampantojo (horrible palabra). Huevo
(mousse de coco y mango), tarta de
queso en cajita y hamburguesa (chocolate).
Las granjas son
patrimonio de la ciudad. Fueron vaquerías que evolucionaron, sin apartarse de
la modestia: chocolate, lácteos, platos sencillos. Es la hora de la granja
gastronómica (pienso en la Granja Elena).
De Lido a Hofmann Bistrot, o a Granja
Hofmann.
Atención a: las mesas
junto al acristalado mini jardín.
Recomendable para: reivindicar la granja
gurmet.
Que huyan: los que no creen en las segundas
vidas de los locales.
Comentarios
Publicar un comentario